Una gaviota alada
voló desde el meridiano del mundo
hacia mis brazos,
y allí se quedó.
Alejandro Cifuentes-Lucic – Catalejo © 2014
Fotografía gentileza de @Eratoswords (derechos reservados).
Una gaviota alada
voló desde el meridiano del mundo
hacia mis brazos,
y allí se quedó.
Alejandro Cifuentes-Lucic – Catalejo © 2014
Fotografía gentileza de @Eratoswords (derechos reservados).
Hoy
Me abandono a tu desolación,
a la cortesía de vivir
en la sumisión de lo genésico,
la pasión de morir
en la grosería del olvido.
Veo el negro de tus ojos
llenando el espacio de mi vida,
como despedida anticipada,
como rendición insuperable,
como postración inequívoca,
como presagio de una trágica desbandada
de esta vida y de este mundo,
drenando de lágrimas negras la mortalidad
que ruge sobre el rumor de la caracola.
Le preguntas al silencio.
Siempre.
¿Me besarías en una noche de lágrimas?
Y me quedo mudo aguardando
la mutilación de cada día,
diciéndote que estoy aquí,
pero que ya no soy,
que hace tiempo dejé de ser quien era.
Pero seré yo quien despierte de esta muerte,
del abandono de tus besos,
de la ausencia de tus ojos,
del ardor ido de nuestros cuerpos,
del silencio de tus palabras,
del murmullo sordo de la destrucción
que todo lo devora
en su afán de imitar
esa bravata diaria del océano.
—
Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2010
El imperio de las migajas – 2011
Fotografía: “Modelo” – Original de Adriana Reid (México). Usado con permiso de la autora. Todos los derechos reservados ©.
Ayer
Me dirás que no lo sabes,
pero cada piedra que te sostiene
empedró una ciudad,
una cuna de gentes y almas intoxicadas
por la verde pureza de la selva y del bosque,
ataviados en un mar azul cristalizado
en la grandiosa afluente de los ríos,
en la integra conexión del arcoíris
con la naturaleza que desapareció
tras las cabalgaduras y el fuego,
detrás de la pólvora y la cruz,
a la zaga de las armaduras
y los ojos rubios
que pisotearon cada centímetro
de esta cava,
con la convicción de erradicar
lo que ya había vivido,
la faz de la muerte, del sol y el universo,
para no sufrir más tarde en su recuerdo.
Me abandono a la desolación
de saber que haces lo mismo
que le hicimos al reino cercenado de los sueños:
me amas dejando la tierra quemada,
arada como una costra de sangre seca,
estrujada como la conclusión que muere,
cada noche,
todas las noches,
en mi imposibilidad de florecer intenso
desde la propia raíz de una piedra muerta.
—
Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2010
El imperio de las migajas – 2011
Fotografía: “La dominación silente” – Original de Adriana Reid (México). Usado con permiso de la autora. Todos los derechos reservados ©.