El rumor de la caracola

Ayer

Me dirás que no lo sabes,
pero cada piedra que te sostiene
empedró una ciudad,
una cuna de gentes y almas intoxicadas
por la verde pureza de la selva y del bosque,
ataviados en un mar azul cristalizado
en la grandiosa afluente de los ríos,
en la integra conexión del arcoíris
con la naturaleza que desapareció
tras las cabalgaduras y el fuego,
detrás de la pólvora y la cruz,
a la zaga de las armaduras
y los ojos rubios
que pisotearon cada centímetro
de esta cava,
con la convicción de erradicar
lo que ya había vivido,
la faz de la muerte, del sol y el universo,
para no sufrir más tarde en su recuerdo.

Me abandono a la desolación
de saber que haces lo mismo
que le hicimos al reino cercenado de los sueños:
me amas dejando la tierra quemada,
arada como una costra de sangre seca,
estrujada como la conclusión que muere,
cada noche,
todas las noches,
en mi imposibilidad de florecer intenso
desde la propia raíz de una piedra muerta.

Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2010
El imperio de las migajas – 2011

Fotografía: “La dominación silente” – Original de Adriana Reid (México). Usado con permiso de la autora. Todos los derechos reservados ©.

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