Sé que tendré un castigo violento por romper este código de silencio
impuesto por la más honorable y sanguinaria cofradía corsaria,
pero el revolotear de la muerte alada me provoca atreverme a dejar testamento
de mis desventuras y deslices,
de los aliados y los traidores,
de mis amarguras y mis amores,
de mi casta, mi puño, mi espada, mi sangre, mi hueso,
de mi semén:
todo lo que soy, todo lo que he sido,
un hombre de sal, un hombre de certezas y dudas,
un hombre nacido en la marea lunar,
envejecido, encanecido en el mar,
embrutecido en la experiencia y el dolor,
un hombre muerto en la defensa del honor, de su reina,
en el fragor de la pólvora y el fuego,
renacido en las profundidades abisales,
rematado en la perpetua luz de tus ojos.
Prefiero ser un corsario, así,
alegre y temerario,
que convertirme en un iluminado por la razón,
gordo y retorcido y vano,
mediocre, corto y barbón.
Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2010
Photograph: “Sostenedor de sol” – Original by Chicho Valentino (Madrid, España). Artwork used with permission.
Una respuesta a “Siete mares”
Hey, tú, filibustero, al abordaje de la vida y sabiendo que tu castigo será tan espantoso, por haber forzado a una mujer prudente sin su consentimiento. Sé que amas el peligro, pero también odias el trabajo. Prefieres ser un corsario en Chile e ir a corso, pero te será aplicado el maroon y, en lugar de darte un poco de agua y un arma de fuego, se te será entregado un pedazo de papel y un trozo de tiza… e indefectiblemente comenzarás a escribir…
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