No me propuse nada más esta mañana
que no fuera detener esa inercia de pensar en ti:
la fuerza devoradora que me transporta hacia tu dominio,
tu reino, tu istmo en lontananza, una fractura del horizonte entre mar y cielo,
tu isla secreta, la guarida del rayo, del viento, de la lluvia,
tu casa de la templanza y del sol.

Por más que quiera permanecer anclado a este puerto,
no puedo evitar que tu marea arranque el anclaje, las ropas, las ansias
y me levante en vilo, me azote, me insulte, me extinga,
me cese hasta quedar sometido a la llamada de tu voz silenciosa,
hoy, cuando ya no puedo con tu ausencia petrificada en los cantos de las puertas,
en el aroma que traspasa las ventanas, que viene desde la calle y no va hacia ningún lado,
como yo, purgando encadenado la eterna esclavitud del prometeo
o la tristeza pétrea de un golem sumido en el olvido,
sin más consuelo que los espectros transparentes de tu amor,
que lloran sufrientes y perdidos, sus vagos recuerdos sumergidos en las olas bajo el cielo,
que arden a fuego vivo en las llanuras del desierto cuando atardece,
horas de penumbra en las que es más fácil respirar el pesado estigma de tu alejamiento,
que el ligero recuerdo de haber bebido de tus labios alguna vez.

Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2010

,

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: