Predicciones

Una vida, una encrucijada, dos caminos.

No necesito de tus predicciones para adivinar el fin de todo esto.
Si hay una continuación exacta a esta inexacta peregrinación
a algún lugar más allá de esta mezquina realidad, aquí,
quizás solo me sirva para albergar un poco más de agudo dolor
por un tiempo, en el corazón, sin más remedio, en las entrañas
y saciar esta sed de amor que he sentido anidarse en mis vanas esperanzas,
textualmente desde el mismo sitio más duro en mi memoria.
Si te vas, yo me quedo.
Si me muevo, desapareces.
Si avanzo, tienes miedo.
Si me detengo, entristeces.
Y no puedo saborear tu aliento
que se desvanece a 7.973,98 kilómetros a ultramar,
ni recordar el tacto suave ni la fina textura de tus manos
allende una constelación de océanos de distintos nombres y mareas.
¿Se puede oler el amor a tanta distancia?
Quizás no, pero puedo sentir una bocanada de aire a mi favor
que llega como un reguero de palabras inesperadas e intensas,
tu voz disfrazada en el vuelo trashumante de las gaviotas y las estrellas.
Sí, yo sigo aquí, a pesar de las tempestades, de los eclipses, de las montañas de la luna,
aquí consciente de que no estás,
no estás, lo sé
ni arbitraria ni azarosamente,
simplemente no estás.
Y aunque buscara por todas las latitudes del desierto,
funesto será para mí el día en que vuelva a hallar tu rastro.

Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2010

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