De estas tierras surgió mi ceniza mezclada y lavada con un desordenado tinte de sangre española, criolla, eslava y diaguita, casi amanecida y nutrida desde las mismas salitreras que hoy son ruinas de mariposas amarillas y gastados sueños de sulfatos y costras y borras de arcilla y recuerdos. Del desierto. Aunque lo mío es más cerca del mar: qué diablos, hubo que dejar el lecho maternal, enristrar por otras ciudades y calles, empiparse cuanto mosto se cruzase y perderse en un tropel de mujeres hasta encontrar el amor y la paz cerca de los cuarenta y cinco, con hijos y libros a cuestas, y un número enorme de pecados y pecadillos por callar mientras sonrío caminando entre las luces y las sombras de este atardecer.
Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2009
Fotografía: “Refugio” – Original del autor.