Dime que esta nostalgia
no morirá en mis poros,
que sobreviviré a la fiebre
de haberte besado.
Maldita bendición
sería la de abrazarte
solo una vez en la vida,
y olvidar tu piel.
Busco respuestas
en tus palabras,
pero no tengo las preguntas;
perdido de esta forma,
soy solo un suspiro breve
en tus lágrimas.
Y no dejo de amarte;
así no estés,
así no existas,
no dejo de amarte
porque sería negarme
mi propio ser,
la misma existencia.
Ella era mi alma
y yo simplemente
respiraba sin ella,
que era mi alma.
Eres mi alma
y yo lo olvidé.
Y dije que eras mi alma,
aún en la nostalgia;
y te dije:
por todo firmamento
el rubor de tu mirada;
por toda estrella
el calor de tu pecho;
por toda luna
la bóveda de tu cuerpo;
por todo sol,
tú.
Mientras estás en el cielo
rompiéndote las alas
entre vuelos y caprichos,
yo sigo en tierra,
ciego de tanto caminar
con la vista en alto,
con la mirada en la nostalgia.
Me quedo con todo eso de ti
que se ha ido dibujando
en los versos de mis labios,
además del abrazo,
del beso
y del te quiero.
No te olvides de mí, nostalgia.
Esta noche.
O ninguna otra.
Aunque no hayan estrellas.
Aún sin cielo.
Así como quien respira
y no puede olvidar hacerlo.
Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2014
Fotografía: «Nostalgia» del autor.