παιδοφιλια

Cierra tus ojos, niña.
Confía en el desliz de este cáliz.

Unge la palabra, el tacto, el divino suero
la espada, la copa sagrada, la purpúrea promesa,
la ligereza de tus pasos, tu belleza,
la provocación de tu pureza.

La cruz enmudecida te mira desde el domo más alto,
la viga sostenida por el ojo en la simétrica estructura de la pirámide,
el espanto indefinible,
el abrazo sicario,
el grito callado por la mano del cayado.

Tú único testigo yace contigo, a un lado:
la boca llena de tierra, la cara agrietada,
las lágrimas saladas, perpetuas,
la tristeza más triste, profanada,
la sed más amarga, seca, virulenta,
la violencia más duramente penetrante, rota,
escaldada, tumefacta, flagelada
la muerte en vida más vergonzosa,
la humedad más áspera,
artero, el puñal más doloroso,
maldito, ebrio, sucio, mortal,
la traición eterna e infame sobre la sonrisa más cándida de la creación.
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¡Contra la pedofilia, una sola palabra, una sola voz!

Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2010

Fotografía: “Colores” – Original de Adriana Reid (Ciudad de México, México). Obra utilizada con permiso de la autora ©.

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3 respuestas a “παιδοφιλια”

  1. Tus palabras abren mi corazón porque tocas el tema más demoledor de nuestros tiempos. La traición más dolorosa a la sonrisa cándida, la razgada roja a los velos más blancos. Un abuso tan cobarde nos duele tanto que nos aleja y tu poesía no nos deja partir. Me parece bien: en nuestras comunidades levantar la mirada y, sobre todo, la voz.

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  2. Nota explicativa:

    Lo sabíamos hace mucho tiempo, todo. Siento que callamos todos, también. Pero el horror de los casos de pedofilia en el mundo y que hoy sacuden distintos lugares del orbe con directas e irrefutables acusaciones a la Iglesia Católica (incluidos los casos en Chile), no son para el tono indiferente e impersonal de las disculpas dadas, expresiones que sacando el bulto a la realidad, terminan por escupir e insultar nuestra sensibilidad e inteligencia. Los niños y niñas abusados por la fiebre pedófila deben ser redimidos. Los hechores y sus cómplices deben ser castigados. No hay otro camino. No podemos cerrar los ojos…

    Es probable que no les guste este poema. Esa es mi argumento central: provocar repulsión repecto del acto de traición más infame que puede sufrir un niño o una niña.

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